Así como la leche materna calma el hambre del bebé, el masaje alimenta su piel, le recuerda ese abrazo al principio suave y luego poderoso que recibió durante nueve meses en su vida uterina. Ambos: leche y caricias son las expresiones del amor, que es todo lo que los humanos necesitamos para desarrollarnos en salud y felicidad.
El contacto para un bebé es tan vital que es muy difícil su supervivencia cuando se ve privado de él.
Este contacto piel a piel con sus padres debe comenzar en el momento del parto y repetirse cada día de ahí en más.
El Dr. Leboyer nos enseñó que "Ser cargados, acunados, acariciados, tocados, masajeados; cada una de estas cosas es alimento para los niños pequeños, tan indispensable, si no más, que vitaminas, sales minerales y proteínas"
Los beneficios del masaje para el bebé son innumerables:
Lo ayuda a relajarse, las terminales nerviosas que corren por debajo de la superficie de la piel recogen todas estas sensaciones y esto produce alteraciones en hormonas importantes para el metabolismo. Y como contrapartida reduce hormonas vinculadas con el stress, como cortisol, adrenalina y noradrenalina.
Facilita un mejor sueño.
Favorece sus sistemas inmunológico, digestivo (ayuda a calmar cólicos), circulatorio, respiratorio, neurológico, endócrino, muscular.
Mejora su autoestima. El desarrollo de su esquema corporal, le aporta seguridad, estrecha vínculos.
Nei Dromi
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